inquieta y desobediente, la tarde resbaló de entre mis brazos. me dejó muda entre tanto sol y tanto cielo tan inmensamente despejado: ni una nube en la que perderme, ni un pájaro al que seguirle el rastro. todos mis secretos en la punta de la lengua; pude arriesgarlo todo y escupir mis verdades pero, por suerte o por desgracia, olvidé todas las palabras en un cajón de mi cuarto y salí desnuda de verborragia. tenía los músculos tan tensos que el corazón parecía intentar desesperadamente saltar de mi cuerpo al piso, huir de mí y de mi estado casi catatónico, aunque magistralmente invisible. tal fue la energía que puse en observar con detenimiento todos los detalles que tenía delante mío que volví con los ojos cansados, pero con la satisfacción de haber encontrado las miradas que buscaba. por dentro me revolqué de felicidad, quizás por fuera ofrecí alguna sonrisa. volvieron mis labios sedientos de amor a besar solitarios e inconscientes en mitad de la noche y contra mi voluntad. quedó solo un poco de perfume acompañándome mientras caminaba algunas cuadras, solo un poco de perfume y mi tarde escurridiza, llenándome de suspiros de camino a casa.